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Sunday, February 27, 2011

EL MALECON DE CAMPECHE...








Fui a visitar la ciudad de Campeche…en la Península de Yucatán…hizo un día casi de verano y a pesar de que la temperatura pasaba los 90 grados…había una fresca brisa…me senté en el muro del Malecón…la mar era de un color azul Cancún…parecía un plato lleno de añil.

Unos peces nadaban tranquilos entre las piedras y las algas…en Jaimanitas le llamábamos “cajiles”…son ligeros…juguetones…prueban con sus bocas las pequeñas piedrecitas y luego las escupen…jamás pude pescar un cajil…no pican el anzuelo…son demasiados inteligentes para dejarse burlar por la carnada.

Una mancha de mojarras se detuvo a comer unos sargazos…brillantes como pesetas…con sus colas en forma de “V” reflejaban el sol...los cajiles se escondieron tras unas rocas…dos Isabelitas vestidas de rayas amarillas, se acercaron para ver que sucedía.

Las mojarras saltaron como asustadas y “volaron” fuera del agua…un gran espectáculo plateado, con la brevedad de un pestañar, cruzo a mi lado…dos agujones revolotearon y persiguieron las mojarras en fuga…se alejaron….de repente regreso la calma…paso flotando un pedazo de madera, casi blanco…los cajiles volvieron a su noble trabajo de saborear las piedras.

El sol comenzó a punzar mi piel…me levante… camine hacia un carrito amarillo, con una sombrilla de colores…pedí agua con hielo… bebí varios sorbos...cruce la calle…entre a un portal lleno de mesas.

Un joven moreno… con guayabera blanca y lacito negro, me señalo una silla…el mar y la briza olían a pescado fresco…la boca me sabia salada…me trajo el menú…ordene un arroz con camarones…ensalada de aguacate y un refresco bien frio.

Me sentí feliz…el derroche de azul…el soplo fresco del mar…sal sobre mi piel...

Dos barcas en la distancia, navegaban en sentido contrario…un señor con sombrero de jipijapa, se sentó a mi derecha…olía a tabaco recién fumado…y colonia barata…un joven con una guitarra se acercó a la mesa…comenzó a cantar “Sabor a mí”…unas monedas escaparon de mis manos...

De pronto se amontonaron las palabras…Malecón…cajiles…guayabera…sabor…Jaimanitas…sentí electricidad en medio del pecho…una película de tiempos distantes, rodo ante mis ojos… la memoria olfativa me llevo lejos…en mis brazos sentí como si tratara de detener algo…no sé qué tiempo paso…una voz con acento yucateco sacudio mi ausencia...

Señora…su Coca Light!


…Y PASA LA NOCHE.

Nota: la foto que acompaña...es una estatua dedicada a las esposas de los pescadores...la mujer que mira al mar...esperando el retorno de su compañero...esta situada en el Malecon de Campeche.

3 comments:

Daiquiri said...

Sera que nos llevamos para siempre los pedazos mas queridos del lugar donde nacimos? Sera que vemos con la memoria afectiva y reproducimos con la exactitud de las lagrimas lo que nos quitaron? O sea que Dios, que todo lo sabe, nos regala esats golosinas geograficas para que la nostalgia no nos ahogue? Sea cual sea la rspuesta, me ha dado placer esta estampa de esa Cuba que se reparte por el mundo y nos persigue -que suerte- en muchos rincones a los que llegamos.

Miriam De La Vega said...

A mí me golpeó esa sensación de deja vu hace algunos años, cuando visité Puerto Rico, la arquitectura de San Juan, la fortaleza del Morro, el azul del mar, la brisa isleña que acariciaba mi rostro, me regalaron esas golosinas geográficas que hicieron estremecer mi memoria afectiva y por algunos instantes sentí que me trasladaba en el tiempo y en el espacio. Disfruta mucho esos momentos mi querida Cuqui.

Dino said...

Que bella anecdota Cuqui,yo tengo la suerte de trabajar a la orilla de una marina , La isla de Palm Beach nos separa del mar abierto , pero estamos en el Intracoastall Waterway , es un brazo de mar , en la esquina , hay un puente hacia Palm Beach , hay un pequeño arbol donde tengo mi nombre grabado,alli me siento a oler esa mescla de agua salada , que es inconfundible,y me recuerda nuestro malecon ,con ese perfume a mar y arrecifes , este escrito suyo ,tan interesante y sentimental , me hizo recordar todo lo mencionado anteriormente, gracias por tan bellos relatos su amigo Secun