Translate

Monday, February 12, 2024

 



La Silla Esmeralda

En el corazón de la ciudad, donde las calles empedradas susurraban secretos y las lámparas de gas parpadeaban como recuerdos olvidados, se alzaba una antigua mansión. Su fachada, adornada con hiedra y hierro forjado, ocultaba un mundo de encanto en su interior.

La Dama Seraphina, mujer de gracia y misterio, residía en la habitación más alta. Su guardarropa rebosaba de sedas, terciopelos y encajes, los vestigios de una era pasada. Cada mañana, se enfundaba en un vestido distinto, como si entrara en una memoria olvidada.

Un lunes, cuando el sol pintaba el cielo en tonos de albaricoque y oro, la Dama Seraphina eligió su vestido verde esmeralda. Su satén fluía como un arroyo en el bosque, y el corpiño abrazaba sus curvas con un susurro de elegancia. Recogió su cabello negro como el azabache en un intrincado moño, asegurándolo con un peine de jade.

Descendiendo la gran escalera, la Dama Seraphina entró en el salón de estar. Allí, en la esquina, se encontraba una silla verde antigua, una reliquia transmitida de generación en generación. El terciopelo de su tapizado acunaba su figura mientras se acomodaba en su abrazo.

Y entonces, como si fuera convocado por la magia, apareció el gato negro. Sus ojos, como obsidiana pulida, guardaban secretos más antiguos que el tiempo. El felino rodeó la silla, su cuerpo elegante rozando la tela esmeralda. La Dama Seraphina sonrió, pues sabía que este gato no era un simple minino.

“Cuéntame tu nombre”, susurró, su voz una melodía tejida en el aire.

El gato inclinó la cabeza, como si considerara su petición. Luego, con un estiramiento lánguido, se transformó. Ya no era un simple gato, sino una criatura de sombras, un guardián de cuentos olvidados.

“Llámame Medianoche”, ronroneó, su voz resonando en la habitación.

Y así, la Dama Seraphina y Medianoche se sentaron juntos: la mujer en su trono esmeralda, el gato a sus pies. Hablaron de amores perdidos, hechizos antiguos y el sendero plateado de la luna en el cielo nocturno. El tiempo dejó de existir; las paredes de la mansión absorbieron sus confidencias.

Cuando se acercaba el amanecer, la Dama Seraphina se inclinó hacia Medianoche. “¿Por qué me visitas, misterioso ser?”

Los ojos de Medianoche brillaron. “Porque recuerdas. Honras las historias tejidas en tu vestido, la silla y el mismo aire que respiras. Mantienes la magia viva”.

Y así, cada lunes, la Dama Seraphina se enfundaba en su atuendo esmeralda, se sentaba en la silla ancestral y conversaba con Medianoche. Juntos, tendían un puente entre los reinos: lo mundano y lo místico.

Pues en esa mansión olvidada, donde las lámparas de gas susurraban y la hiedra se aferraba, la Dama Seraphina bailaba con las sombras, y el gato negro compartía secretos que solo la luna comprendía.


Y así, si alguna vez te topas con una silla esmeralda, escucha atentamente. Quizás Medianoche aguarda, dispuesto a desentrañar los hilos de cuentos olvidados. 🌙🖤

No comments: