La Habana y Cádiz: Dos almas hermanas
En el rincón del Atlántico, donde las
olas susurran secretos, dos ciudades se entrelazan, como notas en un bolero. La
Habana, con su piel de añejas fachadas, y Cádiz, con su brisa salada.
La Habana, la dama de los trópicos
ardientes, sus calles adoquinadas, testigos de siglos emergentes. Sus balcones,
como brazos abiertos al mar, guardan historias de corsarios y amores que no se
olvidarán.
Cádiz, la joya andaluza, bañada por el
sol dorado, sus plazas bullen de vida, como un tablao flamenco animado. El
Malecón habanero, en su reflejo, se asoma, mientras el Atlántico acaricia sus
playas de arena y aroma.
Ambas ciudades, separadas por miles de
kilómetros, comparten un linaje de navegantes y sueños. Los barcos antiguos,
las rutas comerciales, tejen hilos invisibles entre sus calles.
Cádiz, con su catedral que toca el
cielo, y La Habana, con su Morro vigilante y fiel. Las guitarras resuenan en
las noches estrelladas, como si el son cubano y el flamenco se abrazarán.
En los patios andaluces, flores y
palmas se entrelazan, mientras en los patios habaneros, el tiempo se deshace.
Las risas, los lamentos, los versos de trovadores se funden en un abrazo
eterno, sin temores.
Cádiz, la versión española de La
Habana, donde los corazones laten al compás de las mareas. Dos almas hermanas,
unidas por el viento y la sal, bailando juntas en la danza de la historia
universal.
Así, entre las palmas y los naranjos
en flor, se escriben versos de amor y nostalgia, con fervor. La Habana y Cádiz,
dos ciudades que se miran, como dos amantes que se encuentran en un sueño sin
fin.
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